FLORIÁN PAUCKE
Florián
Paucke o Baucke Nació en Silesia el 24 de
septiembre de 1719 y murió en Bohemia. Monasterio de
Zwettl, Neuhaus el 13 de abril de 1780
Misionero
jesuita y escritor.
Se
ordenó jesuita en Bohemia, en 1736.
Llegó
a Buenos Aires en 1749 con Martín Dobrizhoffer y otros.
“En el año 1748”, escribe Paucke, “después de
empeñosa presentación de mi pedido, durante once años, llegó desde Roma el
permiso para que yo partiera a Las Indias o sea a América, hacia los
paracuarios. Yo no pensé en el viaje tan lejano, en mar alguno, en ningún
peligro de muerte, en ningún martirio aunque fuere el más ultrajante. Mi
corazón estaba tan lleno de gozo que despidió de mis ojos la lágrima más dulce
y alegre. Mi afán era partir lo más pronto”.
Un accidentado y largo viaje lo lleva
finalmente a pisar tierra americana el 24 de diciembre de 1748. De Montevideo y
Colonia del Sacramento pasa a Buenos Aires y a Córdoba, donde concluye sus
estudios de Teología. Allí demuestra sus dote musicales, ganándose el aprecio
de las autoridades del colegio, quienes intentaron retenerlo bajo su
protección. Paucke se obstinó en su propósito misionero y finalmente logra que
lo trasladen a la flamante reducción de San Javier, que cerca de la ciudad de
Santa Fe, habían comenzado a conformar los padres Francisco Burgues y Jerónimo
Nuñez.
Paucke
ha dejado una excelente descripción de la ciudad de aquella época.
Fue
enviado de inmediato a Córdoba, para completar sus estudios y luego se le
asignó una misión entre los indios mocobíes del norte de la provincia de Santa
Fe y el Chaco.
Y tres años después de su arribo a América, en
mayo de 1752, Paucke parte de Córdoba y llega Santa Fé que describe así: “La
plaza es en cuadro, no muy grande pero linda. Toda la ciudad está bajo grandes
árboles umbrosos que son más altos que los más altos tilos, y desde lejos hacen
alegre y muy amena la ciudad a los ojos. Las casas son en su altura, en su
construcción y en su comodidad, como las de otras ciudades; por su mayor parte
se encuentran allí almacenes. Hay un pequeño puerto al cual arriban los barcos
desde la ciudad de Paraguay o de la Asunción con miel, azúcar, tabaco y yerba
paraguaya”.
Llega finalmente a San Javier en junio de 1752
y es recibido por el primer sacerdote de la localidad, el padre Burgues. Cuenta
en sus memorias: “¡Oh, qué alegre estuve yo! Ambos nos abrazamos con lágrimas
de alegría. Me pidió que yo estuviera conforme con la vivienda y manutención en
esta región desértica. Me llevó en seguida a la iglesia y después a mi
vivienda. ¡Oh Dios! ahí no vi otra cosa sino una choza de gitano pero no me
asusté por ello y crié gran ánimo para conformarme con este albergue”.
Las
aptitudes del Padre Paucke como artesano le permitieron establecer industrias
de toda índole en la misión, incluyendo una fábrica de velas, un taller de
carpintería y una herrería. Enseñó a las mujeres a tejer la lana proveniente de
las mil setecientas ovejas de la misión, con la cual confeccionaban frazadas
que canjeaban en Asunción por yerba mate, azúcar y tabaco, así como para uso de
la misión.
Junto a los indios mocovíes, el padre
Paucke vivirá durante quince años, en los cuales llevó a cabo una tarea que
Alzari califica de “colosal”. Se preocupa por aprender rápidamente el idioma de
los mocovíes, se gana la simpatía de los caciques, comparte las tradiciones y
comidas con los nativos. Organiza el territorio y las tareas de la tierra;
controla el robo y el cuidado del ganado; construye la iglesia y las casas de
adobe; disminuyó el impacto de la viruela y forma una generación de jóvenes
artesanos (herreros, tejedores, lutieres, fabricantes de velas y jabón). Todo
esto, desde luego, sujeto a una ferviente programa evangelizador y educativo.
Una
epidemia de viruela registrada en 1760 casi devastó la misión, la que pudo,
empero sobrevivir.
Desde luego todo esto redundó en un cambio
radical del destino del lugar, de sus habitantes y de los nativos que se
plegaron voluntariamente al proyecto. El éxito de tal tarea y el crecimiento de
la población que se acerca para formar parte de la comunidad deciden a Paucke a
fundar en 1763 una nueva reducción, San Pedro, al norte de la ciudad de Santa
Fe.
Es
entonces cuando sobreviene la catástrofe. Hasta esas lejanías llega la noticia,
y después la orden y persecución referidas a la expulsión de los jesuitas
decretada por el rey Carlos III de España en 1767. Sin razones explícitas, sin
acusación ni juicio se los destierra y se confiscan sus bienes.
Paucke es trasladado a Montevideo, y el 16
de mayo de 1768 embarcado rumbo a Cádiz. En 1770 lo encontramos nuevamente en
su región natal. A partir de 1773, cuando el papa Clemente XIV ordena la
extinción de la Compañía de Jesús, se verá obligado a sobrevivir con una
humilde pensión que le otorga María Teresa de Austria. Es entonces cuando se
dedica a escribir y pintar sus memorias, disculpándose por la supuesta merma de
memoria que sufre a los 59 años “después de haber sufrido mucho calor solar y
tantos debilitamientos en los viajes, después de veintiún años de labores en
Paracuaria”.
El
relato de sus vivencias durante su época misionera entre los indios mocovíes
(publicado recién en 1944), es un valioso tipo de fuente histórica que ha sido
denominada como "literatura del exilio", que son los escritos de los
jesuitas que relataron sus experiencias misioneras en Europa luego de la
expulsión de la Compañía de Jesús en 1767. (Rosso y Medrano 20132 )
Sin
embargo la precisión y la riqueza expresiva de estas memorias la harán únicas.
Al valor testimonial debemos sumar hoy una reivindicación estética, ya que las
limitaciones técnicas son ampliamente superadas, o mejor dicho, aprovechadas,
en favor de una mayor expresividad.
Los
originales de Paucke, conservados en el convento de la Orden Cisterciense
Zwettl, en Austria, fueron especialmente digitados para esta edición del
Gobierno de Santa Fe, en la que se reponen la totalidad de las imágenes,
incluyendo un consistente material hasta hoy inédito, como por ejemplo los 19
naipes con distintas especies de pájaros de nuestra región.
En
suma, una edición histórica, que permanecerá como un hito en los
emprendimientos culturales de nuestra provincia.
De
regreso a Bohemia, en Neuhaus, el Padre Paucke escribió acerca de sus viajes y
de las experiencias recogidas en la Argentina e ilustró su narración con más de
cien dibujos en colores, describiendo las plantas, animales y costumbres de la
región; en 1829, 1870 y 1908 fueron publicadas ediciones de esta obra en idioma
alemán
Su
obra escrita
"El
escrito de Florián Paucke, Hacia allá y para acá. Una estadía entre los
indios Mocobíes, 1749-1767, constituye una obra fundamental para el
conocimiento de la vida de los mocobíes durante el siglo XVIII ya que este
misionero se hizo cargo de la administración de la reducción de San Javier en
1751 y colaboró también en la fundación de la reducción de San Pedro (1765)
permaneciendo en las misiones mocovíes hasta la expulsión de la Orden. El
manuscrito fue redactado entre 1778 y 1779 a pedido de los protectores de
Paucke. Sin embargo, la extensión de la misma impidió su publicación (Wernicke
19423 citado por Rosso y Medrano 20132 ). El original parece haberse
extraviado, siendo una copia la que se conserva en el convento cisterciense de
Zwettl (Austria), obra que consta de dos tomos con un total de 1146 páginas. La
misma fue traducida al castellano y comentada por Edmundo Wernicke entre los
años 1942 y 1944 gracias a Ricardo Staudt -"el mecenas" de esta
empresa- y a la Universidad de Tucumán constituyendo el registro escrito e
iconográfico más detallado sobre las costumbres de dichos grupos". (Rosso
y Medrano 20132 )
"Hacia
allá y para acá, tiene como subtítulo "Hacia allá fuimos amenos y alegres,
para acá volvimos amargados y entristecidos", una frase muy sugestiva.
Como el nombre de este relato indica, la acción que se narra abarca desde la
partida de Europa hacia tierras americanas, pasando por la estadía en América
hasta el regreso al Viejo Continente tras la expulsión. Se trata de un relato
cíclico que comienza con las peripecias de un viaje en ultramar para llegar
hacia el destino prometido (misionar entre los indígenas) que queda trunco con
la orden de partida de la Compañía. El tono de este relato -como los de los
otros expulsos- está cargado de nostalgia y justificación de la empresa
evangelizadora, donde la presencia en el terreno legitima el relato construido
tanto a partir de las descripciones como de las imágenes iconográficas. También
se observa un esfuerzo por remarcar los valores propios de la cristiandad y
cómo se intentaron transmitir a los indígenas dentro del espacio de la
reducción. Asimismo, el misionero muestra los aspectos de la vida mocoví que le
resultaron más interesantes o aquellos que servían para justificar la acción
misionera, mientras que los otros tópicos no son tan claros ya sea porque no
pudo acceder a ellos (como el caso del chamanismo) o porque no le interesó
mostrarlos (un ejemplo de esto es el de las actividades asociadas a las
mujeres). A pesar de estas cuestiones, esta fuente es la más completas sobre
los indígenas mocovíes tanto por la riqueza del texto como por su iconografía. Estas
características permiten la identificación de las especies animales y vegetales
utilizadas como alimento (...)." (Rosso y Medrano 20132 )
Referencias
1.-
Aguilar, Horacio (2002). Fundación de Historia Natural Félix de Azara (F. H.
N.), ed. «Reseña biográfica de Florián Paucke y la importancia de su
iconografía». Consultado el 14 de agosto de 2009.
2.-
Rosso, CN y C Medrano. 2013 Alimentación de los grupos mocovíes asentados en la
reducción de San Javier (Chaco Meridional, siglo XVIII). Cuadernos del
Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano - Series
Especiales Nº1(1) ISSN
2362-1958. http://ppct.caicyt.gov.ar/index.php/cinapl-se/article/download/3957/pdf
3.-
Wernicke, E. 1942. Introducción por el traductor. En: Paucke, F. Hacia
allá y para acá. Una estadía entre los indios Mocovíes, 1749-1767. Volumen I.
Universidad de Tucumán. Tucumán.
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