jueves, 23 de julio de 2015

ANTONIO ROSA “EL NEGRO MULETA”

ANTONIO ROSA “EL NEGRO MULETA”





En el barrio sud de nuestra ciudad de Buenos Aires y dentro del perímetro formado por las calles México, General Urquiza, Caseros y Castro Barros, la mayoría de sus habitantes conocen a un viejo servidor a la Patria, negro de veras, cuya edad de 121 años ha traspasado los límites de lo común en cuanto a existencias centenarias se refiere.
Los pobladores a que antes hacíamos mención, conocen a este hombre, que está por trasponer los umbrales de un siglo y cuarto de existencia, por el apodo de “El Negro Muleta”, y ello se debe a la circunstancia de que algunas veces suele emplearlas, luego de las largas caminatas que casi todos los días efectúa a los pueblos de Quilmes, Haedo y hasta Luján, en busca de hierbas curativas, y cuyas virtudes medicinales dice que conoce.
El nombre de “El Negro Muleta” es Antonio Rosa, siendo argentino, nacido en Buenos Aires en el año 1795, en un mes y día que no recuerda.
Aunque “Don Antonio” no lo dice, pues nadie le ha oído hablar de sus padres, los vecinos suponen, y creemos acertada la suposición, de que sea hijo de africanos.  Todo en él tiende a demostrar tal indicio.  La frente, los ojos, la nariz, el cabello y barba tienen la característica de la pura raza de color.
Don Antonio tiene por la Patria una verdadera adoración, y siente el orgullo de ser argentino y de sus 121 años.
Se retiró con 63 años de vida militar, más o menos activa, de 1827 a 1890, la que tuvo su culminación en la campaña del Paraguay, ya que en la sangrienta jornada del Boquerón fue ascendido a sargento primero.  Tomó parte en todas las acciones de aquella guerra, hasta su terminación.
En el Paraguay, Don Antonio fue herido: en Paso de la Patria, de dos balazos en los riñones; en Boquerón, de un bayonetazo en el pie izquierdo; en Curupaytí, de un balazo en el brazo derecho y un sablazo en el muslo del mismo lado.
Antes de la Guerra del Paraguay, peleó contra los montoneros y sirvió a las órdenes de los generales Acha y Pacheco.
Durante la época de Juan Manuel de Rosas, Don Antonio no tuvo ocasión de actuar. Pues, generalmente, estaba en la provincia.  Actuó, sin embargo, cuando las tropas federales sofocaron tan sangrientamente a la famosa “Revolución del Sur”.  No se encontró en la batalla de Caseros.
Cuando el viejo centenario habla de sus buenos tiempos y recuerda sus horas de militar y sus bordoneos entre mate y mate, después de haber comido el apetitoso asado con cuero de una rica vaquillona, sus ojos adquieren un brillo inusitado, y sus palabras nos hacen evocar todo un pasado de aventuras que parece de leyenda.
El “Negro Muleta”, como le dicen sus convecinos, es católico, y en su larga vida se ha casado dos veces, cuyas mujeres le dieron diecinueve hijos, de los cuales viven catorce.
“Muleta” es radical.  A la izquierda de la cabecera de su cama, cuelga un retrato del Dr. Leandro N. Alem.  A pesar de sus años, es decidor y risueño.  Cuando habla de sus yerbas, que “curan todo”, dice:
- Ahí está la manzanilla, que cura el resfrío y el dolor de muelas; la oreja de gato negro, que cura radicalmente la sordera; y la cicuta, el gualeguay, el guaycurú y la sanguinaria, que sirven para preparar una tintura infalible para el reuma”.
Y la curiosidad les hará decir como a nosotros: ¿Y cómo se prepara?
- Todo eso mezclado con una cucharada de aceite, una cucharada de kerosene y una cucharada de aguardiente.
Y para que todo sea completo, al salir le dirá, sonriendo, a la cotorra: “Juanita, despídase del señor”.  Y Juanita se despachará con un: “¿Cómo te va?…
Nota: La fotografía que ilustra esta historia fue tomada en el patio de la casa de Antonio Rosa, situada en la calle Colombres 1765, Buenos Aires.  Ostenta su uniforme de militar, que lo acredita como sargento 1º, y luce en su pecho las dos medallas al valor militar que conquistara en la Guerra del Paraguay.
Fuente
Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado
Marín, Rufino, Buenos Aires, Noviembre de 1916.
Revista Caras y Caretas, Diciembre de 1916.
Turone. O. A. – Los héroes anónimos de la Patria.
www.revisionistas.com.ar
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viernes, 3 de julio de 2015

MIGUEL CHEPOYÁ Trompeta de San Martin

MIGUEL CHEPOYÁ  

Trompeta de San Martin


Granadero Guaraní de la máxima confianza del Libertador

También fue llamado “El clarín de la gloria” y “el Corneta de la Gloria”

El pedido rezaba: "...que reclutaran jóvenes de talla y robustez que S.E. destina al Regimiento de Granaderos a Caballo, al mando del Teniente Coronel Don José de San Martín, oriundo de aquel territorio...".

Chepoyá, al igual que Cabral, hombre decisivo en la vida del Gran Capitán, entre otros 260 guaraníes se alistó en sus filas.
Algunos de los guaraníes de estos grupos lo acompañaron durante toda la campaña libertadora, incursionaron en la campaña al Norte, acompañaron al Libertador en el cruce de los Andes, lucharon en Chile y mantuvieron el último encuentro bélico con las tropas realistas en Ayacucho.

Eran un puñado de hombres adiestrados en un todo por el Gran Capitán y que hasta el último encuentro demostraron cuánto vale la disciplina férrea, el tesón y la valentía puestos al servicio de un noble ideal.

Miguel Chepoyá actuó también bajo las órdenes del Gral. Manuel Belgrano, Rondeau, Bolívar y Sucre. Era uno de los últimos invencibles del resto del Regimiento de Granaderos a Caballos de los Andes, que cargados de gloria llegan a Buenos Aires el 13 de febrero de 1826 bajo las órdenes de Félix Bogado después de 13 años de lucha para concretar la libertad de América.

En Buenos Aires recibieron el agasajo con desfile por las calles en el último adiós a las armas.

A su regreso a la Patria amada, contaba a la sazón con 30 años de edad, y estando muy próxima a desatarse la contienda bélica con el imperio del Brasil bajo la corona de Pedro, es muy difícil que no se haya tentado a combatir junto a sus hermanos que nuevamente habían sido convocados para esta nueva gesta patriótica.


Posteriormente se perdieron noticias sobre él.

MIGUEL BRAYER Soldado Napoleónico al que San Martin dio de baja con las siguientes palabras “hasta el último tambor del ejército tiene más honor que usted.”

MIGUEL BRAYER 

Soldado Napoleónico al que San Martin dio de baja con las siguientes palabras “hasta el último tambor del ejército tiene más honor que usted.”




Michel Silvestre Brayer, conocido en América del Sur como Miguel Brayer (Douai,1 Francia, 31 de diciembre de 1769 – París, 28 de noviembre de 1840), militar francés que participó en las Guerras Napoleónicas, llegando al grado de General de Brigada. Tras la Restauración Borbónica, huyó a Chile, donde tuvo una actuación desastrosa en la guerra de independencia de Chile. De regreso a Francia, recuperó todos sus grados y honores y continuó su carrera militar, participando en la organización de la invasión de España por los Cien Mil Hijos de San Luis que acabó con los logros del trienio liberal. El nombre de Michel Brayer está grabado en el Arco del Triunfo.

Ingresó como soldado al Regimiento Suizo de Reinhart a los 13 años. Incorporado después al regimiento de Puy-de-Dôme, hizo en 1792 la campaña de las Ardenas, del Mosela, del Danubio y del Rin. Más tarde fue ascendiendo hasta llegar a jefe de batallón en 1799. Cuatro años más tarde se destacó en la batalla de Hohenlinden y fue incorporado a la Legión de Honor en 1805. En 1809 fue ascendido al grado de general de brigada.

Participó en la campaña de Austria de 1803, y tuvo actuaciones destacadas en las batallas de Austerlitz, Friedland.
En algún momento, en esos años, fue diputado a la Asamblea Nacional.

Pasó posteriormente a los ejércitos napoleónicos en España. Allí combatió en la batalla de Burgos, llegando al grado de general en 1809, año en que tuvo una actuación destacada en la batalla de Ocaña y la campaña de la Sierra Morena. Reconocido como barón imperial, actuó también en la batalla de Gévora y en la de Albuera.
Regresó al frente oriental, combatiendo en las batallas de Dresde y Leipzig.

Tras la abdicación de Napoleón Bonaparte, pasó a retiro, aunque Luis XVIII lo nombró caballero de la Orden de San Luis. Era el comandante de la plaza militar de Lyon cuando el regreso de Napoleón a Francia, pasando nuevamente a órdenes del Emperador; éste lo nombró gobernador de la ciudad y palacio de Versalles el 5 de mayo de 1815, par de Francia el 2 de julio y conde del Imperio con una dotación de 4.000 francos.

Tras la derrota definitiva de Napoleón, el rey Luis XVIII lo incluyó en su ordenanza que condenaba a muerte a los oficiales que hubieran acompañado al Emperador, en septiembre de 1816. No obstante, ya había huido a Prusia, desde donde pasó a los Estados Unidos.

Allí conoció al general José Miguel Carrera, líder de una de las fracciones del independentismo de Chile. Juntos regresaron a Sudamérica, desembarcando en Buenos Aires en febrero de 1817 al frente de una flotilla destinada a la independencia chilena. Pero la flota fue requisada y Carrera pasó a Montevideo, mientras Brayer continuó su viaje por tierra hasta Chile, país que acababa de reconquistar su libertad gracias al Ejército de los Andes, comandado por José de San Martín.

Al llegar a Chile, su experiencia era muy superior a la de cualquier otro oficial del Ejército Chileno, por lo que San Martín lo nombró Jefe de Estado Mayor del mismo, segundo del general Bernardo O'Higgins. En tal carácter, participó en el Sitio de Talcahuano: esa ciudad – ubicada demasiado cerca de la ciudad de Concepción como para ser ignorada – estaba bien amurallada, y era fácilmente aprovisionada desde el mar por la flota española.

Cuando O'Higgins pidió opiniones sobre cómo tomar la ciudad sitiada, el general Juan Gregorio de Las Heras propuso una estrategia de desgaste gradual. En cambio, Brayer indicó que debía asaltarse la fortaleza avanzada de Talcahuano de frente y desde allí avanzar hacia la ciudad; cuando Las Heras objetó que eso significaba tener que asaltar inútilmente dos murallas, Brayer le recordó que él había asaltado una fortaleza prusiana en muletas y le aconsejó que no participara en el asalto. Como O'Higgins prefirió confiar en Brayer, Las Heras exigió ser quien comandara el asalto a las posiciones, para demostrar que no era por cobardía que había criticado la estrategia.

Pese al heroísmo del ataque de Las Heras – que estuvo a punto de morir en el intento – y sus hombres – que cayeron de a cientos – el ataque fue un total fracaso. Brayer trató de culpar del fracaso a Las Heras, lo que O'Higgins rechazó.

Retrocediendo hacia el norte con el resto del ejército, Brayer volvió a cometer un error grave cuando ordenó al coronel Ramón Freire abandonar Lontué en presencia del enemigo, que estuvo a punto de destruir su división.

Cuando ocurrió la sorpresa de Cancha Rayada, Brayer abandonó el ejército sin dar indicaciones precisas de cómo efectuar la retirada. Esta acción causó muchas bajas, entre ellas, la herida de O'Higgins. Al llegar a Santiago difundió entre la población que se había perdido la guerra y que había que huir a Argentina, mientras San Martín reunía nuevamente su ejército.

Al iniciarse la batalla de Maipú, Brayer solicitó autorización para irse a tomar unos baños termales. San Martín le contestó que eso bien podía esperar unas horas, hasta después de la batalla que ya había comenzado.

Como Brayer insistió, San Martín lo dio de baja frente a todo su estado mayor y le gritó
"hasta el último tambor del ejército tiene más honor que usted."

Mientras los realistas huían derrotados en Maipú, Brayer huyó a Buenos Aires; allí publicó unos panfletos contra San Martín y exigió el pago de sus sueldos y premios. San Martín, desde Mendoza, exigió y obtuvo su encarcelamiento. Aprovechando una especie de libertad condicional, huyó meses después a Montevideo. Allí volvió a encontrarse con Carrera, a quien ayudó en su campaña periodística contra O'Higgins, difamando nuevamente a San Martín en la prensa. Posteriormente intentó volver a Buenos Aires en 1820, pero no fue autorizado. Entonces regresó a Francia.

Regresó a Francia en 1820. Indultado de la antigua condena a muerte, recuperó todos sus cargos militares y honores. Participó en la organización de la invasión de los “Cien Mil Hijos de San Luis”, que reinstauró el absolutismo en España.
Posteriormente fue ascendido al grado de teniente general, puesto al mando de la Quinta División, con sede enEstrasburgo. Entre 1833 y 1835 fue Inspector General de Infantería. Pasó a retiro definitivo en 1836.
Falleció en París en 1840.
Su nombre figura en el Arco de Triunfo de París. También es mencionado en el testamento de Napoleón, que le legó una suma de cien mil francos.
Su hijo, Miguel Silvestre Felipe Brayer (1813-1870), conde del imperio, llegó al grado de general de brigada muriendo en combate el 16 de agosto de 1870 en la batalla de Mars-la-Tour (Rézonville), durante la Guerra Franco-Prusiana.
Bibliografía
• Cutolo, Vicente, Nuevo diccionario biográfico argentino, 7 volúmenes, Ed. Elche, Bs. As., 1968-1985.
• Camogli, Pablo, Batallas por la libertad, Ed. Aguilar, Bs. As., 2005. ISBN 987-04-0105-8
• Ruiz Moreno, Isidoro J., Campañas militares argentinas, Tomo I, Ed. Emecé, Bs. As., 2004. ISBN 950-04-2675-7
• Mitre, Bartolomé, Historia de San Martín y de la emancipación sudamericana. Ed. Eudeba, Bs. As., 1968.
• Mullié, Charles, Biographie des célébrités militaires des armées de terre et de mer de 1789 à 1850, París, 1852.
• Robert, Adolphe, Bourloton, Edgar y Cougny, Gaston, Dictionnaire des parlementaires français (1789-1891), París, s/f.