La Madre de la Patria
Se llamó MARIA REMEDIOS DEL VALLE, más conocida como “La Capitana”. Hacia 1.827 se encontraba en Buenos Aires, mendigando en las iglesias y comiendo las sobras de los conventos. Decía que era capitana de los ejércitos nombrada por el General Belgrano ”en los tiempos de la Patria”, y “que hoy no hay Patria, ya no se pelea por ella como antes” mostrando cicatrices de heridas en brazos y piernas producto de la Guerra de la Independencia.
La gente la juzgaba loca y delirante por la vejez y la miseria. Tal como lo consigna Carlos Ibarguren en su relato de 1932.
Un día el general Viamonte la reconoció, “Si es ella, “ La Capitana” , La Madre de la Patria, la que nos acompañó al Alto Perú” y conociendo su desvalimiento, conmovido solicitó el amparo de una pensión por parte del Estado.
La petición tuvo entrada favorable en la Sala de Representantes, el 11 de 0ctubre de 1.827 se lee el siguiente despacho:
“La Comisión de Peticiones ha examinado la solicitud de Doña María Remedios del Valle, conocida con el título de Capitana del Ejército, en que refiriendo los importantes servicios que ha rendido a la patria y acompañando el expediente que los justifica, pide alguna remuneración por ellos, pues no tiene absolutamente de qué subsistir. La Comisión se ha penetrado de la justicia de este reclamo y en mérito de ella ha tenido a bien aconsejar a la Sala, el adjunto proyecto de decreto:
Proyecto de decreto: Por ahora y desde esta fecha la suplicante gozará del sueldo de Capitán de Infantería, y devuélvase el expediente para que ocurriendo el Poder Ejecutivo tenga esta resolución su debido cumplimiento”. 1 de Octubre de 1.827.
Hasta el año 1.828 no logró ser tratado en la Sala de Representantes, cuando el 18 de julio de ese año y ante la objeción de algunos diputados sobre el significado de la pensión alegando que la Sala de Representantes de la Provincia de Buenos Aires no tenía facultad para dar un premio por servicios prestados a la Nación, el general Viamonte salió en su defensa:” Yo conocí a esta mujer en la campaña al Alto Perú y la conozco aquí; ella ahora pide limosna. Esta mujer es realmente una benemérita. Ella ha seguido al ejército de la patria desde el año 1.810. Era conocida desde el primer general hasta el último oficial en todo el ejército. Ella es bien digna de ser atendida porque presenta su cuerpo lleno de heridas de balas, y lleno además de cicatrices de azotes recibidos de los españoles enemigos, y no se le debe dejar pedir limosna como la hace”.
Atestiguó luego el Dr. Tomás M. de Anchorena: “ Yo me hallaba de secretario del general Belgrano cuando ésta mujer estaba en el ejército, y no había acción en que ella pudiera tomar parte que no la tomase, y en unos términos que podía ponerse en competencia con el soldado más valiente; era la admiración del general, de los oficiales y de todos cuantos acompañaban al ejército . Ella en medio de este valor tenía una virtud a toda prueba. El general Belgrano, creo que ha sido el general más riguroso, no permitía que siguiese ninguna mujer al ejército; y ésta María Remedios del Valle, era la única que tenía facultad para seguirlo. Ella era el paño de lágrimas , sin el menor interés, de jefes y oficiales. Yo he oído a todos, hacer elogios de esta mujer por su caridad en la desgracia y miseria en que quedaban después de una acción de guerra: sin piernas unos, otros sin brazos, sin tener auxilios ni recursos para remediar sus dolencias, y ella estaba allí para asistir y socorrer a todos los heridos. Una mujer singular que debe ser objeto de admiración de cada ciudadano, y adonde quiera que vaya debe ser recibida en brazos y auxiliada con la preferencia de un general; porque véase cuánto se realza el mérito de esta mujer en su misma clase con respecto a otra superior, porque precisamente esta misma calidad es la que más la recomienda”.
Fue aprobada su pensión y fue nombrada una comisión encargada de 1) componer una biografía de Maria Remedios del Valle y de si publicación en los periódicos; 2) presentar el diseño y presupuesto de un monumento en su honor.
Demás está decir que nunca pudo cobrar la honrosa pensión, la burocracia del Poder Ejecutivo no pudo ser vencida y la Madre de la Patria siguió pidiendo limosna hasta morir en la indigencia y el olvido.
A raíz del artículo de Carlos Ibarguren se le dio su nombre a una escuela y se la confinó, una vez más, al más oscuro de los olvidos.-
He aquí la Madre de la Patria.
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