jueves, 9 de abril de 2015

ANDRÉ CITROËN: EMPRESARIO DE LOS DE ANTES

ANDRÉ CITROËN: 
EMPRESARIO DE LOS DE ANTES



La industria automotriz le debe mucho a este hombre, tan visionario como audaz. Inventó la tracción delantera, comprendió que los automóviles eran algo más que un divertimento de ricos y los puso al alcance de todo el mundo. Además, tuvo una vida de novela.

Para muchos argentinos su nombre está asociado al sueño del auto propio: por su accesibilidad, millones de personas de todo el mundo tuvieron en los 2 CV su primer vehículo. Este modelo salió a la venta varios años después de la muerte de André Citroën, el hombre que lo había pensado. Si hubiera visto el fenómeno en que se convirtió ese cochecito incómodo, pero práctico como pocos, habría comprobado que sus sueños desmesurados se habían hecho realidad.
Nacido en 1878, Citroën creció en una época en que todo parecía progreso y se creía que éste traería la felicidad al mundo. Como muchos otros, decidió estudiar ingeniería. No por nada el símbolo de su empresa automotriz fue un doble ángulo: la imagen de un engranaje como fuerza motora de la industria. Y, precisamente, su primera empresa fue una fábrica de engranajes.
Le fue muy bien y pronto comenzó a exportar, pero la experiencia le sirvió para conocer de cerca una industria naciente: entre sus clientes tenía varios constructores de automóviles. Uno de ellos, al borde de la quiebra, recurrió a Citroën, quien reorganizó la empresa y consiguió en unos años aumentar diez veces la producción.
En 1912 viajó a los Estados Unidos, donde comprobó lo que entonces era una revolución: la llamada organización científica del trabajo que permitía la fabricación en serie. El mejor ejemplo lo encontró en Henry Ford y su modelo "T" (Nueva 122).
Tenía cierto olfato especial y era una máquina de llevar a cabo sus propias ideas: cuando lo mandaron al frente, durante la Primera Guerra Mundial, se dio cuenta de la falta de municiones y se las arregló para montar una fábrica de obuses: al poco tiempo producía diez mil obuses diarios, que en 1917 llegaron a cincuenta mil.

Del obús al auto
Esa fábrica terminó siendo un modelo al que iban a estudiar empresarios de otros países. Allí trabajaban mujeres, pues los hombres estaban en el frente, y la construcción, con duchas, vestuarios y un restaurante, estaba adaptada a sus necesidades. La enfermería -con doce enfermeras y un médico permanente- parecía más bien un pequeño hospital, con equipos para radiografía, cirugía menor, servicio de ginecología, de obstetricia y un consultorio odontológico equipado con todo. Había salas de juego y de costura, salas para lactancia y guarderías y un espacio para tomar clases de educación física al mediodía.
Una canción de la época hablaba de "ir a parir a Citroën". Claro, las embarazadas recibían una prima mensual, un subsidio por nacimiento, un mes de licencia paga y bonificaciones por lactancia, todos beneficios impensables por entonces.
Terminada la guerra, Citroën decidió volver al que se había convertido en su tema: los autos. Readaptó la fábrica y fundó su propia marca. Con ella introdujo una serie de innovaciones que no siempre fueron entendidas, conoció la gloria y cayó a pique.
El visionario
Con la fábrica de obuses había puesto en práctica el sistema de producción que tanto lo había impresionado en los Estados Unidos. Ahora, en pocos años más, iba a superar la promesa que se había hecho a sí mismo de construir cien autos por día: Citroën sabía que los vehículos tenían una utilidad muy superior que la meramente deportiva y, como Ford, quería producirlos masivamente.
El sueño se materializó en 1919, cuando salió a la venta el 10 HP Tipo A, primer vehículo francés construido en serie, al que siguió el Tipo 2, primer coche europeo carrozado, equipado con cinco neumáticos, luces y arranque eléctrico (todas innovaciones) y... más barato que el resto.
Muchos de los modelos que siguieron trajeron novedades que de inmediato fueron adoptadas por las grandes marcas. Citroën quería estar siempre un paso adelante que el resto, costara lo que costase. Algunas veces se apresuró con los lanzamientos (sobre todo con los primeros vehículos, que no siempre tuvieron una terminación prolija); otras debió hacer inversiones temerarias. Pero en quince años cambió el estilo de vida de sus conciudadanos.
El 5 CV, primer auto realmente popular por su precio, fue también el primero pensado para las mujeres. El B 14 fue el primero totalmente carrozado (hasta entonces todos tenían techo de tela). Los C4 y C6 contaban con motor flotante, que los hacía más silenciosos.
Citroën también fue pionero en otro sentido: hasta él nadie había visto que además de vender había que prestar un servicio posventa. Creó un catálogo de piezas de repuesto y organizó una red de asistencia de mil establecimientos, ofreció servicios de revisión gratuita y garantía por un año.

En 1922 lanzó la venta a crédito, abrió filiales en otros países y creó empresas de taxis. Y si en 1912 se había prometido construir cien vehículos por día, en 1923 su fábrica producía el doble.
Ese mismo año organizó con autoorugas el primer cruce del Sahara en auto. A esta expedición le siguieron el "Crucero Negro", por toda África, y el "Crucero Amarillo", desde Beirut hasta Beijín atravesando el Himalaya y el desierto de Gobi. Durante esta última aventura murió su amigo de siempre, Georges-Marie Haardt, quien trabajaba como su adjunto y conducía las travesías.

Hombre de marketing
Citroën no se limitaba a innovar con sus productos. También fue uno de los primeros en darse cuenta de la importancia de la publicidad: hizo tirar varios autos desde un acantilado para demostrar su robustez, contrató aviones para que escribieran su nombre en el cielo, instaló un cartel gigante sobre la torre Eiffel y produjo varios acontecimientos que lo llevaron a los titulares de los diarios, como cuando consiguió en 1927 que Charles Lindbergh -héroe del momento porque había hecho el primer cruce aéreo del Atlántico sin escalas- visitara su empresa.
En 1931 abrió en París el negocio de autos más grande del mundo, donde no se limitaban a vender, sino que proyectaban películas e incluso se daban conciertos a cargo de una orquesta de la empresa. Organizó concursos de canciones y fabricó autos de juguete para que hasta los chicos tuvieran su Citroën.
Pero no todo tenía que ver con su afán publicitario, como cuando hizo alumbrar -en total anonimato- varias plazas de la ciudad, entre ellas la de la Concordia. Menos secreta fue su ayuda para la construcción de la iglesia de Saint-Cristophe, que tiene una "perlita" fantástica: en uno de sus frescos, a modo de agradecimiento, figura uno de sus modelos, un C6.
El principio del fin
Desmesurado para todo (opinaba que cuando una idea es buena no importa cuánto cuesta), enfrentó la crisis mundial de 1929 como sólo él podía hacerlo: invirtiendo más. Aunque en 1932 la producción anual había caído, en cinco meses reconstruyó su primera fábrica y la preparó para hacer mil autos por día. La reinauguró con un banquete para seis mil personas.
La fiesta con bombos y platillos tenía razón de ser. Poco tiempo después iba a lanzarse el "7", con una invención que revolucionó -una vez más- la industria automotriz: la tracción delantera, otro de sus inventos. Las novedades del niño mimado eran varias: tendría caja de velocidades automática, sería el primer auto sin estribo -para mejorar su aerodinamia-, suspensión mediante barras de torsión, frenos hidráulicos, motor flotante...
En abril de 1934 lo presentaron a la prensa, en octubre en el Salón del Automóvil y en ambos causó sensación. Sin embargo, fue el canto del cisne. Se había empeñado demasiado y no podía cumplir los plazos: la tracción no salía con el ritmo que se esperaba; la caja automática no funcionaba. Tuvo que pedir dinero a la empresa Michelin.
La quiebra llegó en noviembre, por un pequeño abastecedor. Los bancos -curados de espanto con el crack del 29- no estaban para financiar audacias. Citroën traspasó sus acciones a Michelin y se retiró.

No sobrevivió demasiado a la quiebra: a principios del año siguiente debieron operarlo y murió poco tiempo después, en julio. Paradójicamente su ex empresa se recuperó gracias a la misma tracción que lo llevó a la quiebra. Pierre Michelin lanzó a la venta el modelo fallido, que fue uno de los mayores éxitos de la industria automotriz. Y, años después, con otro director, la empresa comenzó a producir un viejo proyecto de Citroën, un coche muy pequeño y barato: el 2 CV, ese primer auto para millones de personas 

martes, 7 de abril de 2015

Carta a una compatriota: María Elena Walsh

Carta a una compatriota

 María Elena Walsh


María Elena Walsh (Ramos Mejía, Buenos Aires, 1 de febrero de 1930 – Buenos Aires, 10 de enero de 2011)3 fue una poetisa, escritora, música, cantautora, dramaturga y compositora argentina, que ha sido considerada como «mito viviente, prócer cultural (y) blasón de casi todas las infancias»

Interesante artículo publicado Revista Extra el día 7 de marzo de 1973, dias antes de las elecciones de ese año.


"QUERRÍA empezar esta carta llamándote hermana, sea cual fuere tu edad y tu condición social. En realidad el parentesco es novedoso, un descubrimiento reciente del Movimiento de Liberación Femenina. Hasta ahora, sólo fueron hermanas las monjas, y al parecer no por ser hijas del mismo padre sino por ser esposas del mismo esposo ¿no? Porque hijos de Tata Dios somos todos. En la Gran Familia Argentina los varones fraternizan, se abrazan ruidosamente, se llaman ¡Hermano! con tanguero fervor, y en el paroxismo de la pasión fraterna llegan a desnudar a los futbolistas en plena cancha. Pero las mujeres nunca hemos sido hermanas sino entes aislados, parias sociales, menores de edad instigadas a traicionarse.
A pesar de todo, nos ha hermanado nuestra común condición de sombras, nuestro condicionamiento como satélites sujetas a implacables reglamentos. En materia de política venimos compartiendo demasiados sobresaltos y bastantes angustias. Es verdad que también las pasan nuestros varones, pero también es verdad que son ellos quienes las fabrican.
Querría decirte hermana, en fin, porque supongo que estás tan harta como yo de paternalismos y no es cuestión de que, aprovechando la invitación de la revista EXTRA a dialogar con vos, me trepe a un púlpito "maternalista" para endilgarte reprimendas y sugerencias, por no decir amenazas, como las que recibimos a diario desde todos los frentes.
Querría compartir con vos algunas incertidumbres, algunas indignaciones y algo que ha pasado a ser desesperación. O, para decirlo con una frase que muchachos graciosos podrían atribuirnos: —"Querida ¿qué disfraz nos cosemos para estos carnavales preelectorales?" Porque las mujeres siempre estamos obligadas a disfrazarnos de algo para poder sobrevivir,
Si sos militante de algún partido nada tengo que decirte, sino que te deseo buena salud y que aprendas karate. Y que trates de no equivocarte, porque el error de un hombre —aunque sea un error a mano armada— no es más que un simple error "¡es humano!" Pero el error de una mujer es una afrenta pública y sirve a la generalización: "las mujeres no están capacitadas... etc.".
Pero es posible que no milites ni creas, ya demasiado en plataformas, candidatos ni alocuciones. Seas quien fueres, estás sosteniendo un sistema que se cae de podrido, en tu doble calidad de víctima y de cómplice.
Sobre tus hombros el sistema descansa tranquilo, y por eso te recomienda tranquilidad, "femineidad", que no te amachones abandonando los ruleros y usando la cabecita loca para pensar. Porque gracias a tu acrobática economía sobrevivimos, porque permites a los hombres, con tu mano de obra gratuita y/o peor remunerada, a soportar una situación que sin tu sacrificio seria intolerable y los obligaría a combatirla con mayor puntería y celeridad.
Seas quien fueres, brillas por tu ausencia en este período preelectoral. No estás en función de candidata, ni de dirigente gremial, ni siquiera como opinante, salvo rarísimas excepciones. Y lo que es más grave, cuando sos excepción y algún partido te permite integrarte para algo más que pegar estampillas y hacer café, tenes miedo —con razón— de representar a tus congéneres y pareces un simple testaferro de los intereses machistas y jugás a tu propia traición.
Naturalmente, algunos muchachos nos critican la indiferencia y la abstención, y las aprovechan para consolidar sus ancestrales argumentos: "La mujer no está preparado para actuar en política, su Destino es el hogar, etc." Los mismos muchachos no suelen preguntarse por qué ningún presidiario triunfa en los Juegos Olímpicos, o por qué el gremio de chapistas no ha dado ningún escritor de la talla de Mujica Láinez. O, para ejemplificarlo mejor con una frase atribuida a Bernard Shaw: "Los norteamericanos blancos condenaron a los negros nada más que a lustrar zapatos; luego se pasaron la vida diciendo que los negros no servían más que para lustrabotas".
Y esto me hace meditar en otra frase célebre: "Hay que educar al soberano". Con la fragilidad mental propia de mi sexo no recuerdo si la dijo Sarmiento o Tu Sam. (Consulto el Manual de Zonceras de don Jauretche: sí, fue Sarmiento en uno de sus días nublados). ¿Hay que educar al pueblo o devolverle la cultura que miserablemente le robaron quienes la usan para mantenerlo en la oscuridad y la indigencia? ¿Hay que educar, preparar a las mujeres o dejarlas ser dueñas de sus vidas, restituyéndoles las energías que les saquean, embruteciéndolas? ¿Deben prepararse o lo han estado siempre sin que las dejaran ejercer? "¡Las mujeres no están preparadas!" "¡La intuición, virtud esencialmente femenina!" ¿Y nadie dijo que hay que capar a los cretinos, para que no se sigan reproduciendo y produciendo conceptos como éstos?
La cultura capitalista, su psicología dirigida, sus medios de difusión, sus revistas femeninas (con las que habría que hacer una pira en Plaza Mayo y quemarles el traste a sus editores), todo el aire que respiramos está contaminado de la misma falacia: la Natural incapacidad y subordinación de la mujer. Y fueron mujeres y niños los primeros seres humanos a los que explotó a muerte la Era Industrial, arrancándolos por la fuerza del Sacrosanto Hogar. Y es nuestro mundo Occidental y Cristiano el que no permite a la mujer trabajadora disfrutar sin angustias de la maternidad, el que apaña burdeles y dos morales, una para damas y otra para caballeros, el que se escandaliza de actos terroristas pero hace la vista gorda ante todos los atropellos cometidos contra el cuerpo de la mujer.
"Las mujeres no se dan cuenta de cuánto las odian los hombres", dijo una feminista. Tiene algunas ideas bastante ambiguas, pero se le escapó esta frase donde llama a las cosas por su nombre. Marginación, postergación, misoginia, no son sino eufemismos que suavizan una realidad llamada odio. Punto.
CON una estrategia típica de todo agresor con cola de paja, suelen defenderse por la acusación: —"¡Pero ustedes las feministas odian a los hombres, les declaran la guerra a los hombres!" Las feministas no tenemos odio, tenemos bronca. El odio —con los fierros, sean armas o moneda— es cosa de hombres. Estamos hartas de odio, aunque venga empaquetado en sublimaciones y piropos. No hemos declarado la guerra, sino que señalamos que existe y tiene los años de nuestra civilización. Nos defendimos como pudimos , a veces con malas artes, por lo tanto es mejor que ahora parezca una guerra abierta, limpia, esta que declaramos contra todas las formas de la arrogancia machista. La guerrilla de la artimaña, el repliegue y la comodidad no hace sino reproducir series de esposas "achanchadas" y madres castradoras.
El Movimiento de Liberación Femenina es una ideología revolucionaria, no exprimida de libracos apolillados sino del cotidiano martirio de la mitad de la humanidad. Nace en las ferias y junto a las bateas, a la vera de las camillas de ginecólogos carniceros y a contrapelo de los viejitos célibes de! Vaticano que vienen diagramando la conducta sexual según conviene a los intereses de los capitales y a las fluctuaciones del mercado bélico.
No es un entretenimiento destinado a distraer de la liberación de los pueblos, sino que esa liberación es mentira mientras la determinen exclusivamente los varones. Así como ya no es posible pensar en términos previos a Marx o Freud (por no decir a Galileo y a Colón), tampoco es posible seguir pensando sin erradicar de cuajo los prejuicio sexistas, base y modelo de toda opresión.
CAUSAN gracia, por no decir otra cosa, las declaraciones apresuradas de algunos de Ios candidatos: "La mujer, durante nuestro gobierno, gozará de iguales derechos ... etc.". Esta manera burda de captar los votos de quienes fueron olvidadas durante la confección de plataformas y de listas, causa una melancólica ternura otoñal. Promesas... ¡a mamá!
Si los dirigentes se propusieran solucionar los problemas de la mujer tendrían que empezar por conocerlos. Y, que yo sepa, las mujeres no hemos sido convocadas para traerlos a luz, valga la femenina expresión. Y mucho menos las brujas sospechosas de feministas, que son todas feas y viejas (en cambio nuestros dirigentes son todos jóvenes y hermosos ... Rucci tiene un no sé qué de Paul Newman ¿viste?).
Darán las soluciones que ELLOS consideren oportunas, y siempre que no molesten a la Curia, las Fuerzas Armadas, las Compañías Petroleras, el Rotary Club, la masa societaria de Boca Juniors y el Centro de Damas-con-las-cabecitas-reducidas-por-los-Jíbaros. Eso si, alguna señora será nombrada subsecretaria de la Intendencia de Saladillo, y con eso quedará demostrado que la Mujer Sabe y Puede y Que La Dejen.
Así como ahora nos dejan usar pantalones para compensar la falta de autoridad real, es posible que nuestros próximos gobernantes nos concedan algunos beneficios. Y bienvenida sea toda reforma, si remedia urgentes dramas que no pueden esperar. Pero ya sabemos que la política del Gatopardo no sirve a la larga sino para reforzar él statu quo: es bueno conceder una que otra mejora accesoria para seguir escamoteando lo esencial: la definitiva liquidación de las barreras de clase y de sexo.
EL Movimiento de Liberación Femenina no se conforma con paliativos, aunque no tenga más remedio que aprobarlos en primera instancia. Tampoco busca a ciegas la igualdad con el hombre (¿igualdad en fuerza bruta, en tácticas de opresión, en fracasos?). Lucha para conquistar una absoluta autodeterminación, para acabar con el reparto de privilegios, funciones y sanciones según el sexo, para construir a la larga una nueva civilización, humana y cooperativa.
Las mujeres, como los negros, los colonizados, la clase trabajadora, a medida que tomamos conciencia, menos queremos dádivas; queremos lo que nos pertenece por-derecho y nos arrebatan día a día, es decir, TODO. Las mujeres, que fuimos custodias de la vida —para que fuera rifada en guerras— queremos más que nunca defenderla de los fabricantes de muerte. Pero según, cómo y cuándo lo determinemos nosotras.
UNA de las más perfectas y sutiles perfidias de nuestra sociedad es el condicionamiento y la esterilización mental de las mujeres y los niños. Pero luchar contra ella es la lucha de todas las mujeres. Como cumplo con el pacto de no aconsejarte, y menos en estos momentos de apresurado proselitismo, no te pido que te conviertas en improvisada militante. Pero tengo la obligación de decirte que procures saber de qué se trata, desconfiando de las admirables cátedras de ignorancia que pueden darte los medios de difusión.
Releo esta carta escrita al correr de la máquina y supongo que puede resultarte agresiva. Lo siento. No pude hacerla peor. Por más que aguce el estilo me es imposible reflejar la agresividad de una villa de emergencia, de un aborto clandestino, de los precios de la farmacia. Estos ingredientes configuran un naufragio en el que las mujeres y los chicos entran primeros. Así como en los éxitos nacionales nos colamos por la retaguardia. Gracias, caballeros.
Creo que en este juego de los votos, como en tantos otros, las mujeres no somos nadie. Creo que nuestro partido se jugará, a la larga, en otro frente. Lo que no significa que no te celebre si vas a votar con fe. Yo también la tengo, pero en vos."

jueves, 2 de abril de 2015

La Madre de la Patria

La Madre de la Patria

Se llamó MARIA REMEDIOS DEL VALLE, más conocida como “La Capitana”. Hacia 1.827 se encontraba en Buenos Aires, mendigando en las iglesias y comiendo las sobras de los conventos. Decía que era capitana de los ejércitos nombrada por el General Belgrano ”en los tiempos de la Patria”, y “que hoy no hay Patria, ya no se pelea por ella como antes” mostrando cicatrices de heridas en brazos y piernas producto de la Guerra de la Independencia.



La gente la juzgaba loca y delirante por la vejez y la miseria. Tal como lo consigna Carlos Ibarguren en su relato de 1932.



Un día el general Viamonte la reconoció, “Si es ella, “ La Capitana” , La Madre de la Patria, la que nos acompañó al Alto Perú” y conociendo su desvalimiento, conmovido solicitó el amparo de una pensión por parte del Estado.



La petición tuvo entrada favorable en la Sala de Representantes, el 11 de 0ctubre de 1.827 se lee el siguiente despacho:



“La Comisión de Peticiones ha examinado la solicitud de Doña María Remedios del Valle, conocida con el título de Capitana del Ejército, en que refiriendo los importantes servicios que ha rendido a la patria y acompañando el expediente que los justifica, pide alguna remuneración por ellos, pues no tiene absolutamente de qué subsistir. La Comisión se ha penetrado de la justicia de este reclamo y en mérito de ella ha tenido a bien aconsejar a la Sala, el adjunto proyecto de decreto:



Proyecto de decreto: Por ahora y desde esta fecha la suplicante gozará del sueldo de Capitán de Infantería, y devuélvase el expediente para que ocurriendo el Poder Ejecutivo tenga esta resolución su debido cumplimiento”. 1 de Octubre de 1.827.



Hasta el año 1.828 no logró ser tratado en la Sala de Representantes, cuando el 18 de julio de ese año y ante la objeción de algunos diputados sobre el significado de la pensión alegando que la Sala de Representantes de la Provincia de Buenos Aires no tenía facultad para dar un premio por servicios prestados a la Nación, el general Viamonte salió en su defensa:” Yo conocí a esta mujer en la campaña al Alto Perú y la conozco aquí; ella ahora pide limosna. Esta mujer es realmente una benemérita. Ella ha seguido al ejército de la patria desde el año 1.810. Era conocida desde el primer general hasta el último oficial en todo el ejército. Ella es bien digna de ser atendida porque presenta su cuerpo lleno de heridas de balas, y lleno además de cicatrices de azotes recibidos de los españoles enemigos, y no se le debe dejar pedir limosna como la hace”.



Atestiguó luego el Dr. Tomás M. de Anchorena: “ Yo me hallaba de secretario del general Belgrano cuando ésta mujer estaba en el ejército, y no había acción en que ella pudiera tomar parte que no la tomase, y en unos términos que podía ponerse en competencia con el soldado más valiente; era la admiración del general, de los oficiales y de todos cuantos acompañaban al ejército . Ella en medio de este valor tenía una virtud a toda prueba. El general Belgrano, creo que ha sido el general más riguroso, no permitía que siguiese ninguna mujer al ejército; y ésta María Remedios del Valle, era la única que tenía facultad para seguirlo. Ella era el paño de lágrimas , sin el menor interés, de jefes y oficiales. Yo he oído a todos, hacer elogios de esta mujer por su caridad en la desgracia y miseria en que quedaban después de una acción de guerra: sin piernas unos, otros sin brazos, sin tener auxilios ni recursos para remediar sus dolencias, y ella estaba allí para asistir y socorrer a todos los heridos. Una mujer singular que debe ser objeto de admiración de cada ciudadano, y adonde quiera que vaya debe ser recibida en brazos y auxiliada con la preferencia de un general; porque véase cuánto se realza el mérito de esta mujer en su misma clase con respecto a otra superior, porque precisamente esta misma calidad es la que más la recomienda”.



Fue aprobada su pensión y fue nombrada una comisión encargada de 1) componer una biografía de Maria Remedios del Valle y de si publicación en los periódicos; 2) presentar el diseño y presupuesto de un monumento en su honor.



Demás está decir que nunca pudo cobrar la honrosa pensión, la burocracia del Poder Ejecutivo no pudo ser vencida y la Madre de la Patria siguió pidiendo limosna hasta morir en la indigencia y el olvido.



A raíz del artículo de Carlos Ibarguren se le dio su nombre a una escuela y se la confinó, una vez más, al más oscuro de los olvidos.-



He aquí la Madre de la Patria.

El Olonés, el bucanero que comía corazones

El Olonés, el bucanero que comía corazones




Jean-David Nua, también conocido como François l’Olonnais, fue un bucanero francés que durante dos décadas aterrorizó el Caribe en el siglo XVII. Las historias que se cuentan de él lo ponen como uno de los bichos más crueles y feroces de entre los Hermanos de la Costa. También es uno de los piratas más famosos. 

Según la leyenda, sus hombres le seguían con fidelidad y eran igual de bárbaros que él. Consiguió infinidad de tesoros y sus métodos de interrogación rozaban el canibalismo. Escogía a uno de los hombres que iba a interrogar y, para que el resto supieran con quién se la estaban jugando, le cortaba el cuerpo en pedazos o le abría el pecho, extraía su corazón y lo masticaba, para escupirlo finalmente a los que seguían con vida. Con seguridad, estos acababan hablando.

Después de aterrorizar las costas centroamericanas, el Olonés tuvo la mala suerte de naufragar. Aguantó un tiempo luchando contra los indios. El Olonés y sus hombres intentaron escapar usando unas barcas que habían construido, pero fracasaron en el escape y acabaron siendo capturados por la tribu kuna. Todos los bucaneros murieron a manos de los indios. Todos, menos uno, que fue el que relató lo ocurrido: “lo despedazaron y descuartizaron, lo asaron y… se lo comieron”.

Los kuna eran antropófagos y por una extraña justicia divina, el Olonés, el bucanero que comía corazones acabó siendo devorado.

Esta es una CURISTORIA ver blog

miércoles, 1 de abril de 2015

RUBIA MORENO, PULPERA GAUCHA

RUBIA MORENO, PULPERA GAUCHA

“Rubia Moreno, pulpera gaucha, de falda roja, vincha y puñal...” (*)



Así comienza una de las mas bellas zambas de nuestro folkllore. Hablando de una mujer, de extraña belleza, creciendo en el campo y envuelta por los acontecimientos que envolvieron al Santiago del Estero de aquellos dias.



Su nombre era Santos Moreno y había nacido hacia 1840 y, criada por su padre al morir su madre, tiempo después se pone al frente de la pulpería que su familia poseía en la bajada del antíguo camino del El Polear.



Colaboradora de la causa del caudillo Taboada, convence a su marido y a parte de la familia para enlistarse en las fuerzas locales y donó parte de su patrimonio a la causa. Tuvo activa participación en una decisiva y sangrienta batalla: la de Pozo de Vargas, el 10 de abril de 1867, donde se enfrentaron por espacio de tres horas las fuerzas de Antonino Taboada y Felipe Varela. La Rubia Moreno pierde a su padre al atardecer de ese día, y con el tiempo, y el devenir de los tiempos políticos, pierde también sus posesiones, muriendo en la mas triste pobreza. Sus restos descansan hoy en el cementerio de La Misericordia.



De ella nos ha llegado su nombre y su valor, su determinación por una causa. Pero también su ejemplo y su costado solidario: cada chico que entraba a su pulpería se transformaba en su ahijado, ella los cobijaba y los llevaba a la iglesia para bautizarlos y nombrarlos. Lo mismo acontecía con mas de un paisano que precisaba una palabra de aliento o apoyo.



Como santiagueños, demostramos nuestro orgullo de compartir esa sangre llamando a nuestro lugar “La Rubia Moreno”. Y brindar desde él, no sólo la buena comida y el mejor vino, sino difundiendo la música y la poesía de nuestros pagos, junto con los valores de amistad y afecto que caracterizaron desde siempre a esa noble tierra.


Rubia Moreno




(*) Letra: Agustín Carabajal. Música: C. Juarez.



Rubia Moreno, pulpera gaucha,

de falda roja, vincha y puñal.

No había viajero que no te nombre,

sobre el antiguo camino real.



No había viajero que no te nombre,

sobre el antiguo camino real.



Hecha entre el bronco bramar del puma,

solo sabía tu voz mandar.

Eran tus ojos dos nazarenas,

clavas espuelas en el mirar.



Eran tus ojos dos nazarenas,

clavas espuelas en el mirar.



Rubia Moreno, guarda mi pueblo,

a orillas del río Natal.

Tu nombre heroico como figura,

como figura de cuño real.



Tu nombre heroico como figura,

como figura de cuño real.



Juntito al vado, tu rancho amigo,

alzaba el viento su banderín.

Con los carriles de cuatro vientos,

venía la alerta de algún clarín.



Con los carriles de cuatro vientos,

venía la alerta de algún clarín.



Tuviste amores, tuviste celos,

bella pulpera sin corazón.

Eras más brava que las leonas,

en los juncales del Albardón.



Eras más brava que las leonas,

en los juncales del albardón.



Tu nombre heroico como figura,

como figura de cuño real.



Tu nombre heroico como figura,

como figura de cuño real.

Tte. Cnel. Miguel Cajaraville: El "guapo" de San Martín

Tte. Cnel. Miguel Cajaraville: 

El "guapo" de San Martín

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La historia suele tener olvidos, algunos de ellos irreparables, pero en el caso de Cajaraville podemos afirmar que la omisión de su nombre de las páginas de la epopeya sanmartiniana se debe a varios factores,

En primer lugar, porque debió abandonar el Ejército de los Andes en 1920 por razones de enfermedad a pesar de haberse batido con denuedo en Chacabuco y Maipo, y haber sufrido los embates de Cancha Rayada.

Y en segundo término porque se trataba de un hombre que si bien se había forjado en la abnegación del soldado, era verdaderamente valiente y no cejaba en su misión, es así que el mismo Padre de la Patria lo llamaba "el guapo Cajaraville".

Una madre a los gritos en el cuartel de Retiro

Este soldado de la independencia sudamericana nació en Buenos Aires el 5 de Julio de 1794, siendo sus padre don Andrés Cajaraville, español de origen, y doña María Engracia Miguens, porteña de pura cepa.

Sentó plaza en el afamado Regimiento de Granaderos a Caballo, el 5 de abril de 1813, en calidad de cadete.

El joven Cajaraville se había presentado en el Cuartel del Retiro, desoyendo los consejos de su familia y cuando conversaba libremente con sus compañeros de armas, su desolada madre corría al cuartel a reclamar por su hijo, invocando sus pocos años.

San Martín lo llamó a su presencia y el entusiasta cadete declaró que no quería volver a su hogar, pues su decisión irrevocable era servir a la Patria.

El 4 de diciembre de 1813 ascendía a alférez y poco después era destinado con su escuadrón a prestar servicio en el Ejército del Alto Perú, donde pronto se reveló como uno de los oficiales más distinguidos.

El 11 de octubre de 1814 asistía al Combate de Barrios a las órdenes de Lamadrid. Fue herido de bala en Sipe-Sipe el 29 de noviembre de 1815, época en la cual ostentaba el grado de teniente.

En 1816 se incorporó con su escuadrón, al Ejército de los Andes. Cruzó la monumental cordillera en la marcha cautelosa que ejecutó aquel ejército para abrir las operaciones en Chile y peleó con su arrojo acostumbrado en la Batalla de Chacabuco y por su comportamiento fue promovido a ayudante mayor de su regimiento el 24 de marzo de 1817.

El 13 de marzo del año siguiente era ascendido a capitán de la 2da. Compañía del Segundo Escuadrón de Granaderos a Caballo, grado con el cual se encontró en la funesta noche de Cancha Rayada.

El 30 de marzo de 1818, hallándose de avanzada con sesenta granaderos, distinguió una partida realista de diez hombres que evidentemente estaba situada en observación.

De inmediato Cajaraville entró en fuego con el enemigo, que se fue replegando, hasta reunirse con un destacamento de doscientos hombres que acudió a apoyar la partida citada.

En estas circunstancias se mantuvo un vivísimo fuego entre los granaderos del cual hubo alguna dispersión en éstos últimos.

Cajaraville no esperó más: ordenó empuñar sus sables a los granaderos y cargó violentamente acuchillando cincuenta españoles, dejando en el campo treinta cadáveres, entre los cuales se encontraba un sargento mayor español, cuyo uniforme remitió Cajaraville a su superior inmediato, que era el teniente coronel Santiago Bueras, que a su vez lo transmitió al general San Martín.

El Ejército Unido celebró con entusiasmo este episodio feliz, y en Santiago se paseó públicamente en estandarte la chaquetilla del jefe vencido, en medio de repiques y vítores.

En la Batalla de Maipo se comportó bizarramente, siendo conocida la parte principal que cupo a los Granaderos a Caballo en aquella memorable jornada.

Cajaraville, después de la batalla tomó prisionera una Compañía de Cazadores realistas, sin derramar una gota de sangre, conduciéndola con sus oficiales, pertrechos y útiles de guerra hasta el campamento patriota.

Persiguiendo españoles por el sur

Después de la jornada de Maipo. Cajaraville formó parte de las fuerzas encargadas de la persecución de los derrotados, marchando al sur de Chile, bajo las órdenes del coronel Zapiola.

El 27 de mayo de 1818, este bravo oficial obtenía un importante triunfo: después de marchar cinco noches por caminos desconocidos, ocultándose de día por los montes, llegó a las inmediaciones de la Villa del Parral, ocupada por trescientos realistas.

Cajaraville sólo disponía de doscientos hombres entre granaderos y milicianos. Al amanecer se aprestó a cargarlos por retaguardia para lo cual dividió su tropa en dos columnas, una a su cargo directo y la otra al mando del capitán Domingo Urrutia y el alférez José Gálvez. Ordenó inmediatamente avanzar "y resuelto –dice en su parte el general Zapiola-, a tomarme los cuarteles en un momento pisando con los caballos las guardias que tenían en las puertas; luego se pusieron en fuga por las paredes ganado las casas siguientes, contestando de ellas con un fuego vivo, por ventanas, puertas y lugares que se los permitía; pero al fin pudo más el brazo de estos valientes que tengo el honor de mandar, dejando víctimas a más de doscientos hombres, entre estos al Coronel Bulnes, que fue apresado por el sable del intrépido alférez Gálvez."

Sin municiones y por la noche

Con su destacamento, el capitán Cajaraville avanzó hacia Chillán, ciudad que atacó el día 31 de aquel año.

Mandaba la guarnición española, el coronel Lantaño, la cual defendió la plaza, después de un combate de varias horas, en el curso del cual, los Granaderos de Cajaraville atravesaron el pozo defensivo que protegía la posición realista, voltearon las empalizadas que habían levantado en todas las bocacalles, pero las acciones no fueron bastante

para poder tomar los cuarteles, pues los españoles los esperaban cada vez con mayor energía, atrincherándose en cuadro al costado de la plaza adonde resistieron hasta después de las oraciones.

La falta de municiones y la oscuridad de la noche, impidieron al bravo Cajaraville concluir su obra y se vio obligado a retirarse, conduciendo diez prisioneros y quedando en el campo de batalla muchos muertos, teniendo los patriotas dos muertos y diecisiete heridos.

El 9 de septiembre del mismo año, Cajaraville con una partida de treinta y seis granaderos, el ayudante Pedro Ramos, el teniente Gutiérrez y el teniente coronel de milicias don José Ignacio Urrutia, cargó sobre un destacamento español en las proximidades de la Villa del Parral, del otro lado del río Perquilauquén, matando diez hombres, capturando once prisioneros y algún armamento, escapando los restantes por la superioridad de caballos.

El "guapo" capitán Cajaraville como decía San Martín, el "acreditado y valiente" como mentaba Balcarce, enfermó poco después a consecuencia de los trabajos y fatigas de aquella de aquella larga y cruenta campaña y hubo de retirarse a Mendoza, para curarse, donde se restableció y tuvo oportunidad de defenderla, batiendo en Las Playas a los montoneros que la amenazaban.

Se le decretó en recompensa una cantidad de dinero, pero como no la aceptó, el gobierno le regaló un uniforme y una espada de honor.

El 12 de enero de 1819 fue graduado sargento mayor del Regimiento de Granaderos a Caballo. El 18 de mayo del año siguiente se le concedió permiso para regresar a Buenos Aires.

Junto a Rosas contra Ramírez

En 1820 pasó a la ciudad de Mendoza y el 24 de febrero de 1821 se le reconocía el empleo de teniente coronel de caballería de línea y el 25 de mayo del mismo año, junto con Rosas recibió orden del gobernador Rodríguez desde el Arroyo del Medio de marchar en apoyo de Lamadrid contra Ramírez.

Retirado del servicio activo, tomó la dirección de un establecimiento rural que había heredado de sus padres, pero nombrado no obstante Jefe del 1er. Regimiento de Milicias, actuó en la frontera de Chascomús y en la Guardia del Monte, y en marzo de 1823, tomó parte de la expedición contra los indios bajo el mando del general Martín Rodríguez, habiéndose incorporado en el Arroyo Chapaleofú, con la división acantonada en la guardia de Kakel Huinjul, la que constaba de doscientos cincuenta blandengues y ciento cincuenta milicianos. El 16 de junio de 1824 se decretó el cese de Cajaraville en el mando de este cuerpo.

Después continuó sus tareas en su estancia en la Magdalena, hasta que después de la caída de Lavalle, en 1829, emigró a la República Oriental Del Uruguay.

Instigado más tarde por el general Angel Pacheco, su antiguo compañero de armas en la Campaña Libertadora de Chile, se hizo cargo de la comandancia militar del departamento de Soriano, en el Estado oriental, después de rehusar un puesto en las filas sitiadoras de Montevideo.

Acepta unirse a los aliados de Rosas pero siempre es recordado porque jamás se mezcló en las rencillas políticas de aquel país; ni favoreció ni protegió federales que se organizaban en territorio oriental.

En el mes de junio de 1852 se pronunció en Mercedes contra el general Urquiza, como igualmente lo hicieron en Tacuarí, el coronel Dionisio Coronel y en Dolores (R.O.U.) el comandante Fernando Granel.

Después de la derrota de Caseros, el teniente coronel Cajaraville regresó a Buenos Aires.

Miguel de los Santos Cajaraville falleció en la ciudad de Buenos Aires el 12 de diciembre de 1852.

*Nota:El presente artículo, de notable factura periodística, fue publicado el domingo 12 de marzo de 2000 por el Suplemento TEMAS del Diario EL NORTE de la ciudad de San Nicolás, Provincia de Buenos Aires.

“Chuenga” y sus puñados de golosinas

“Chuenga” y sus puñados de golosinas

(De Enrique Mario Mayochi)





Una rememoración hecha tiempo atrás por don José Luis Faletty nos llevó a los años del siglo XX en el que éste dejaba la juventud y entraba en la adultez. Conducidos por su mano volvimos a adentrarnos con la imaginación en los estadios de fútbol, de polo, de rugby o de béisbol, como también las pistas de atletismo. Lugares éstos donde era infalible la figura de quien era llamado por todos “Chuenga” y reconocible a la distancia –según hiciera frío o calor– por una gruesa tricota o por una camisa (¿una remera?) de rayas horizontales multicolores. Creo que lo vi por primera vez en 1946 montado en la tribuna de la sección Jorge Newbery del Club de Gimnasia y Esgrima cuando el corredor Ibarra trataba de superar la marca para los 10.000 metros llanos.

La expresión inglesa chewing-gun, identificatoria de la goma de mascar, fue transformada por el personaje que evocamos en chuenga, palabra que a la vez se hizo apelativo de José Eduardo Pastor, nombres y apellido propio y denominación de los caramelos masticables que vendía.

¿Quién le proveía la materia prima, quién la transformaba? En verdad, nunca trascendió.

Lo cierto es que –como bien recuerda Faletty– precedido de su característico pregón de Chuenga, chuenga, chuenga-a-a-a, Pastor trepaba por las tribunas de los estadios “cargando sus bolsas con unos caramelos masticables que vendía por la muy conocida y nada reglamentaria unidad de volumen llamada puñado. La golosina estaba envuelta en un papel refruncido y con dos grandes orejas, que dejaba mucho sobrante de cada lado. Este viejo truco hacía que uno comprara mucho papel y poco caramelo”.

El precio del puñado fue cambiando a medida que el proceso inflacionario tomaba posesión del país. Los cinco o los diez centavos llegaron a montar hasta el peso. Pero la que nunca varió fue la cantidad de la mercancía entregada casi al voleo por ese vendedor que no hablaba y se mostraba siempre urgido. Faletty reconstruyó el momento de la transacción: "¡Chuenga, un peso! Y Chuenga nos daba un puñado.¡Chuenga, dos pesos! Y él daba un puñado igual al anterior. Así, siempre, ante cualquier pedido, lo recibido era un puñado, hasta que uno decía: ¡Chuenga, Chuenga, siempre un puñado!, y por el arte de que el que no llora no mama, nos veíamos gratificado con dos puñados".

Dueño de una simpatía matemática particular en punto a compra y venta, “su presencia –como dijo el diario La Nación en la nota necrológica que le dedicó– era inevitable en todo acontecimiento deportivo sobresaliente. Encorvado, flaco, desgarbado, trepaba por las tribunas con una agilidad de equilibrista”. Pero falta señalar un detalle singular; dos hinchas de fútbol lo vieron el mismo día, con pocos minutos de diferencia, en los distintos estadios a que cada uno había asistido. Es que “Chuenga” no pasaba más de una vez por el mismo sector, lo cual, por ejemplo, le permitía dedicar el primer tiempo de un partido a las tribunas del estadio de San Lorenzo de Almagro, cuando éste estaba en Boedo, y el segundo, a las de la relativamente cercana cancha de Huracán, en Parque de los Patricios.

En las puertas de 1970, su paso veloz comenzó a detenerse al padecer una grave dolencia en una de sus piernas. Ya no se lo vio más transitar por entre la multitud y prácticamente se recluyó en su casa del barrio de Floresta. Había nacido en 1915 y falleció el 3 de diciembre de 1984.

A quienes lo conocimos –aunque él nunca supo quiénes éramos sus clientes– dejó el recuerdo de su pregón y su simpatía.

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Imagen: José Eduardo Pastor, “Chuenga”.

Texto tomado de la revista: Historias de la Ciudad, Nº 1, setiembre de 1999.