martes, 16 de junio de 2015

ANTONINO ABERASTAIN, MARTIR DE LA RINCONADA

ANTONINO ABERASTAIN 

MARTIR DE LA RINCONADA


La señera figura del gobernador de San Juan, Antonino Aberastaín (1.810-1.861), se eleva en su martirio como la figura más representativa en la defensa a ultranza de las autonomías provinciales.
Corría el agitado año de 1.860, nuestro país se desangraba en la cruenta lucha fratricida por la organización nacional. Existían dos corrientes al parecer irreconciliables, una la constituía la Confederación Argentina, surgida después de Caseros, presidida por Santiago Derqui (1.809-1.867) y liderada políticamente por Justo José de Urquiza (1.801-1.870), que tenía su asiento en la Ciudad de Paraná, provincia de Entre Ríos enarbolando las banderas del federalismo, la otra unitaria-liberal, representada por Buenos Aires cuyo principal referente era el general Bartolomé Mitre (1.821-1.906).
Existía por entonces un permanente juego de alianzas interprovinciales practicado por ambos sectores, los que se disputaban –sin importar los medios empleados- la hegemonía política necesaria para obtener el efectivo ejercicio del poder y la conducción de la sufrida República. Llevaba Buenos Aires en esta puja, la significativa ventaja del manejo de los abundantes recursos proporcionados por la aduana y el de su puerto. El gobierno de la Confederación languidecía intertanto, en la permanente carencia de recursos para sostener su administración.
La Constitución Nacional, sancionada en el año de 1.853, representaba la herramienta fundamental en materia política para ordenar jurídicamente los derechos de las provincias. Ella surge tras la caída de Juan Manuel de Rosas (1.793-1877) en la batalla de Caseros el año 1.852. Buenos Aires, la gran derrotada, se aferra fuertemente a sus privilegios, cuestionando su vigencia e insistiendo en su modificación. Esta controversia lleva prácticamente a subsistir un Estado, dentro de otro Estado.
En el afán de lograr el predominio absoluto en el ejercicio del poder, la Confederación Argentina, más precisamente Derqui, dispone una suerte de manipulación de los gobiernos provinciales. En el caso de San Juan, es designado el coronel de la Confederación, José Antonio Virasoro, interventor de la provincia, tras el asesinato del gobernador Nazario Benavidez (1.805-1.858), quién por casi veinte años gobernó en absoluta armonía, ganándose con ello el calificativo de "El Caudillo Manso".
El interventor designado, nacido en Corrientes, tras una serie de maniobras poco claras se hace designar por la legislatura, que contaba con elementos parciales a su política, Gobernador Propietario. Esto lleva a que se desate una manifiesta impopularidad hacia su persona, lo que se ve agravado por la arbitraria designación de diputados que habrían de reunirse en Santa Fe para estudiar las modificaciones propuestas por la Convención de Buenos Aires a la Constitución Nacional. En esta designación de representantes el gran ausente fue el pueblo sanjuanino. La nominación de dichos representantes fue orquestada por el propio Derqui, corriendo por cuenta de Virasoro la acreditación de un correntino, un porteño y dos tucumanos.
La descomedida actitud provocó una rápida reacción en función de que los electos eran extraños al medio. Las agrias protestas del pueblo encuentran eco en el seno de la Convención Constituyente, que prestamente rechaza la acreditación de los representantes enviados.La medida hace montar en cólera a Virasoro, quién sin demora desata una feroz persecución dirigida hacia sus opositores, Antonino Aberastaín es uno de ellos, cae prestamente sobre su persona la acusación de conspiración. Cargado de grillos y agobiado de vejaciones parte deportado a Mendoza, junto a Francisco Aguilar, Eusebio Dojorti y Manuel José Lima.
Hallándose en pleno ostracismo se produce en San Juan el 16 de noviembre de 1.860 un levantamiento armado en contra del descalificado déspota. En estas circunstancias es invadida por los insurgentes la residencia de Virasoro, quién es derribado de un sablazo propinado en su cabeza, lo que le produce la muerte en forma casi inmediata, a ella se suman numerosas víctimas de ambos bandos.Por esos azares del destino, en la misma fecha del trágico suceso es fechada una correspondencia suscrita por el presidente Derqui, el gobernador de Buenos Aires Mitre y el general Urquiza, quienes reunidos en el palacio "San José", residencia de este último, en la que instan a Virasoro a "abandonar el poder, en vista de la grave situación que vive la provincia".
VUELTA A LA NORMALIDAD INSTITUCIONAL
Con la premura del caso, la legislatura procede a designar gobernador interino a Francisco Coll, quién integra su gabinente con Antonino Aberastaín como ministro. Es en estas circunstancias que llega imprevistamente una comunicación del gobernador de San Luis, Juan Saa, quién notifica acerca de su designación como interventor en nuestra provincia dispuesta por el gobierno central.
Frente a la insólita situación y ante la intromisión del gobierno de la Confederación en los asuntos privativos de la provincia, Coll presenta su renuncia. La legislatura procede a elegir como gobernador el 11 de diciembre a Aberastaín, quién no asume de inmediato sus funciones, optando por la negociación, a cuyo efecto envía una delegación compuesta por el presidente de la legislatura Ruperto Godoy, el diputado Alberto Laprida y el presbítero Timoteo Maradona, quienes llevan como misión entrevistarse con el gobernador Saa, para zanjar pacíficamente la cuestión.
El temperamental gobernador puntano no muestra disposición alguna para entablar diálogo, menos aún transigir. Hace saber a los enviados que desconocerá la autoridad de Aberastaín y repondrá en el cargo que detentaban a la fecha de la desaparición de Virasoro, a las autoridades depuestas sin dejar de castigar a los responsables de la muerte de este último.
A pesar de la enérgica dureza del gobernador Saa, no puede impedir que se desate una crisis en el ejercito de su mando, los coroneles Conesa y Paunero se resisten a enfrentar a un gobierno y un pueblo que han alcanzado la convivencia en paz, la respuesta de Saa no se hace esperar, son inmediatamente separados del mando de sus tropas.
Ante la imposibilidad de zanjar el conflicto y en salvaguarda de la autonomía provincial, Aberastaín asume el gobierno el 29 de diciembre, oportunidad en que dirige a los sanjuaninos una emotiva y contundente alocución en la que hace incapié en la ilegalidad y desprecio por los derechos del pueblo la disposición de la Confederación de intervenir la provincia, agregando en forma vehemente "...consagrar todos mis esfuerzos en la defensa de sus derechos contra cualquier agresión".
Seguidamente declara a la provincia en asamblea, crea los batallones Unidad Nacional, Libertad, Constitución y 25 de Mayo (obsérvese lo significativo de los nombres empleados), se forman dos batallones de extramuros, un regimiento de caballería y uno de maestranza encargado de la fabricación de material bélico.(1)
FRENTE A FRENTE CON LA MUERTE
La desigual confrontación de las bisoñas huestes reclutadas por el legalista gobernador, frente a las fogueadas y experimentadas de la Guardia Nacional comandadas por Saa es inevitable, su resultado predecible. El enfrentasmiento se produce en el paraje denominado "La Rinconada de Pocito" el 11 de enero de 1.861.
La suerte de las armas resulta adversa para los sanjuaninos, quedan inmolados en el campo de batalla alrededor de trescientos hombres que respondían al gobernador Aberastaín, entre los que se encontraba lo más granado de la juventud lugareña, lanceados sin piedad en desigual combate. El gobernador derrotado junto a sus más cercanos colaboradores es tomado prisionero por el coronel Clavero quien, en el colmo de las humillaciones, conduce al fin de la triste jornada a los prisioneros de a pié y descalzos hacia la ciudad de San Juan. Reanudada la humillante marcha a primeras horas del siguiente día y en el lugar conocido como "Los Alamos de Barboza", Aberastaín ensaya una enérgica protesta por el trato que sufren sus hombres y su dignidad de gobernador. Como respuesta al justo reclamo el sanguinario Clavero obliga al tribuno a sentarse sobre unas piedras, fusilándolo cobardemente por la espalda.
En un período que no llega a los tres años son asesinados en nuestra provincia un gobernador federal, el general Nazario Benavides (1.858); un interventor federal designado por la Confederación, el coronel José Antonio Virasoro (1.860) y otro gobernador, unitario-liberal, el doctor Antonino Aberastaín (1.861), con lo que comienza a caracterizarse San Juan por la triste fama de "mata gobernadores".
ENERGICA Y GENERAL REPULSA
El vil y cruel asesinato del paladín de la ley, el orden y la Constitución, desata una ola generalizada de repulsa por todo el país hacia los autores del aleve crimen, produciendo a la vez una serie de episodios que echarían por tierra a corto plazo, las ambiciones de poder de oscuros personajes que no se detenían en los medios para lograr sus objetivos.
El presidente Derqui reclama la cabeza de Clavero, maniobra sutil mediante la cual pretende deslindar su propia responsabilidad y la de Saa en el drama de Pocito. El general Urquiza se suma a la condena, expresando "...la bárbara muerte del Dr. Aberastaín me ha hecho hervir la sangre. Es un crimen inútil que condeno con toda la energía de mi alma".
La brutal e injusta ejecución provoca una crisis en el gobierno de Paraná, con la renuncia de algunos ministros y actúa como disparador en la escisión de la provincia de Buenos Aires del seno de la Confederación Argentina. Sólo era necesario dar un paso para la confrontación y ese paso se dio. En Pavón, en las proximidades del arroyo del mismo nombre, en la provincia de Santa Fe, se enfrentaron el 17 de setiembre de 1.861 tropas de la Confederación, comandadas por el general Urquiza y las de Buenos Aires al mando del general Mitre. Inexplicablemente el primero de ellos hace retroceder a su caballería y abandona la lucha, cediendo el laurel de la victoria a las fuerzas porteñas, las que no demoran en avanzar sobre el litoral produciendo la caida del presidente Derqui. (2)
 Mitre asume la presidencia de la Nación, concretando un viejo y acariciado proyecto centralista de neto corte europeizante y liberal, cuyo sustento está representado por el "Pacto de San José de Flores", que hace posible la reforma constitucional de 1.860 propuesta por la Convención de la Provincia de Buenos Aires, abocandose de inmediato a sumar al resto de las provincias en lo que daría en llamarse la Unión Nacional. Emplea en esta instancia la diplomacia, la intriga, el soborno y al ejercito nacional para disciplinar y someter al puñado de díscolos caudillos federales que aún resisten por las armas al centralismo porteño, mientras sus miradas y ruegos confluyen en el Palacio San José, a la espera de que Urquiza enarbole su sable para ponerse al frente de la causa federal.
Pero el vencedor de Caseros, en su confortable retiro palaciego, sin desalentar el fuerte reclamo de sus parciales, no toma medidas de acción directa dejando librados a su suerte a los últimos caudillos que ven de este modo declinar en el horizonte la "estrella federal". (3)
En el afán de consolidar su liderazgo no vacila en establecer una alianza con Brasil y el Uruguay en la llamada "Guerra de la Triple Alianza", enfrentando al mariscal Francisco Solano López, presidente del Paraguay, en una desvastadora y sangrienta guerra repudiada por el pueblo, la que casi llevo al exterminio a los guaraníes y cobro su cuota generosa de sangre a una importante porción de jóvenes argentinos. Esta desgarradora e impopular acción bélica le significó el final de las aspiraciones de una futura reelección presidencial al triunfador de Pavón.
PERFIL DEL GOBERNADOR JUAN SAA
Como consecuencia de un conflicto federal Juan Saa es perseguido, buscando refugio en las tolderías entre los indios del sur de su provincia, no demoró en acaudillarlos, ganándose el mote de "Lanza Seca" por su manifiesta ferocidad. Alcanzado el poder y el gobierno en San Luis, encabeza las tropas que invadirían San Juan, provocando con ello los nefastos sucesos de "La Rinconada".
Con el advenimiento de Mitre la estrella de Juan Saa comienza a declinar, debiendo exiliarse. Retorna a su provincia en 1.866 en ocasión de una sublevación contra el gobierno nacional, su hermano Felipe había ocupado la gobernación, a pesar del relativo éxito inicial de la revuelta cae derrotado por las fuerzas nacionales comandadas por el general Paunero. Esto lo lleva a apartarse en forma definitiva de la vida política.
El historiador puntano Urbano J. Nuñez, registra en su trabajo histórico una escueta referencia a la actuación que le cupo al gobernador Saa en los acontecimientos de Pocito. Transcribe en su obra la carta enviada por este último al gobernador interino Coll, en la que expresa su negativa a entablar negociaciones y en la que pone de manifiesto su intención de avanzar sobre San Juan para restablecer el orden institucional.
Dice a continuación el citado historiador, "...Los sucesos culminaron trágicamente en la Rinconada del Pocito, el 11 de enero de 1.861. Por su triunfo la Legislatura puntana le otorgó la medalla de oro y los adversarios le endilgaron el mote de "Lanza Seca". La historia sabe –continúa el historiador- que Juan Saa cumplió con su deber, como lo cumplieron los valientes de esa jornada y las víctimas inmoladas por establecer el orden y el imperio de las instituciones juradas". (4)

(1) Archivo Histórico de San Juan
     Historia Argentina - La Organización Nacional – H. Gorostegui de Torres – Paidos – Tomo IV
(2) Documentación existente en el Museo Nacional "Casa Natal de Sarmiento" – Historia de San Juan – Epoca Patria –Horacio Videla. (3) Los Caudillos – Félix Luna – Editorial Planeta – 1.988
(4) Urbano J. Nuñez – Historia de San Luis – Editorial Plus Ultra – 1.980 – Pág. 494

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