jueves, 12 de febrero de 2015

JUAN BAIGORRI VELAR: EL HOMBRE QUE HACÍA LLOVER

JUAN BAIGORRI VELAR: EL HOMBRE QUE HACÍA LLOVER



Juan Baigorri Velar nació en la provincia de Entre Ríos. Hijo de un militar
que cultivaba una profunda amistad con el Gral. Julio Argentino Roca, cursó
sus estudios en el Colegio Nacional Buenos Aires y luego se recibió de
ingeniero. Como decidió realizar una especialización en petróleo, viajó a
Italia para cursar Geofísica en la Universidad de Milán.
Durante su estadía en Italia diseño y construyó un aparato que medía el
potencial eléctrico y las condiciones electromagnéticas de la tierra. Esto
sería el principio de lo que hoy es casi una leyenda. Se trataba de una caja
cúbica del tamaño de un aparato de TV actual (de los medianos) y con dos
antenas que sobresalían misteriosamente. Pero aún no lo usaba para los fines
que lo harían famoso.
En 1929 Baigorri Velar acepta un cargo que le fuera ofrecido por el director
de YPF (compañía petrolera estatal argentina), el Gral. Enrique Mosconi. Por
este motivo se instala definitivamente en Buenos Aires junto a su mujer e
hijo. Al principio van a vivir al barrio de Caballito pero el ingeniero
advierte que la zona es demasiado húmeda para su gusto y el de sus delicados
instrumentos. Un día recorre un amplio sector de la ciudad llevando con él
uno de sus aparatos, y al pasar por la zona de Villa Luro, descubre que ese
lugar es el más alto de la ciudad de acuerdo a la medición de su
instrumento, y allí se muda luego de encontrar una casa adecuada en Ramón
Falcón y Araujo.
Es en 1938 cuando el ingeniero Baigorri descubre que uno de sus aparatos,
cargado con reactivos químicos y conectado a una batería, provoca lluvias en
cualquier lugar donde se encuentre. A partir de ese momento comienza a
realizar pruebas en los lugares más difíciles.
Estancia "Los milagros", de Juan Balbi, provincia de Santiago del Estero.
Hacia 16 meses que no había precipitaciones. Baigorri conecta sus
instrumentos y logra hacer llover.


También en Santiago del Estero es solicitado por el mismo gobernador de la
provincia, el Dr. Pío Montenegro. Acude a una estancia del funcionario en
donde no llovía desde hacía ya tres años. Tres días de trabajo y llueven 60
mm. en dos horas.

Nuevamente Santiago del Estero, para Navidad. Llueve como nunca.

En Carhué hacía tres años que no llovía. Va Baigorri con sus aparatos y
llueve tanto que desborda la laguna.

El ministro de Asuntos Técnicos de la provincia de San Juan lo llama en 1951
para probar suerte en una zona en la cual no caía agua desde hacía 8 años.
Prueba y llueven 30 mm.
A pesar de todo esto hay una buena parte de la opinión pública que desconfía
del método. Lo llaman "el mago de Villa Luro" y les cuesta creer que todo
aquello sea posible. El director del Servicio de Meteorología Nacional no
perdía ocasión para hablar con tono entre burlón y despectivo de Baigorri
Velar. Un día el diario "Crítica" anuncia, a modo de desafío, que el
ingeniero hará llover entre el 2 y el 3 de enero de 1939. Baigorri acepta el
reto y no sólo eso: con un rasgo de humor poco habitual en él, ya que se
trataba de un hombre que tomaba todo muy seriamente, le envía un paraguas de
regalo al hombre que se burlaba de sus métodos, el Director de Meteorología.
En efecto, llueve entre el 2 y el 3 de enero.
Lo entrevistaron de varios diarios y revistas extranjeras. En la década del
40' un ingeniero norteamericano vino a verlo ofreciéndole mucho dinero por
el invento y Baigorri contestó que:
-Soy argentino ... Y mi invento es para beneficiar a la Argentina.
Los ofrecimientos se sucedieron, pero la respuesta fue siempre la misma. A
pesar de todo esto, el manoseo popular de la idea y las feroces embestidas
de funcionarios que no estaban de acuerdo, hicieron que Baigorri Velar
decidiera retirarse, aunque continuó con esporádicas experiencias en los
lugares en donde se lo solicitaba.
Tal vez no llovió en ciertos lugares a los que acudió el ingeniero con sus
aparatos, pero es innegable que sí lo hizo en mucho otros donde hacía mucho
tiempo que tal cosa no ocurría. El hecho es que todavía hoy se polemiza
sobre el tema.

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